Aprendí que la suma de dos y dos son cuatro, que hay que dar más de lo que se recibe. Que no hay que ilusionarse demasiado. Que la vida es un regalo. Me enseñaron que el futuro no está escrito, que el universo es infinito y que nosotros somos personitas diminutas, casi inexistentes.
Aprendí que el tiempo pasa, que las arrugas salen, que los pechos se caen y que la belleza no es lo más importante. Aprendí a no creer en las promesas, a confiar en casi nadie y a contar con los dedos de una mano.
Aprendí a decir lo que pienso. Que nada es como tú crees.
Aprendí a vivir la vida con lo que tengo. Que todo lo que tengo es lo que realmente me merezco.
Aprendí a saber distinguir lo bueno de lo malo.
Que nada es de color rosa. Que las personas que crees que son tus amigas, son unas falsas de mierda. Que no sé, que la persona a la cual le tienes menos importancia es la que más se preocupa por ti. Que simplemente doy gracias por tener a personas como las que tengo en mi vida.
Aprendí a sonreír cuando quería
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